Época: Hispania republicana
Inicio: Año 237 A. C.
Fin: Año 30 D.C.

Antecedente:
Economía de la Hispania republicana



Comentario

En todas las sociedades tradicionales se han dado condiciones análogas a las de una parte considerable de la población del mundo antiguo que vivía con los mínimos medios de subsistencia obteniendo sus recursos de la recolección de alimentos, del cuidado de ganados domésticos, de una pequeña parcela de tierra cultivable y de algunos ingresos extraordinarios que obtenían por alquilar su fuerza de trabajo. En la bibliografía moderna no se ha prestado la atención necesaria a las posibilidades del sector de la economía recolectora.
El año 151 a. C., el ejército romano de la Citerior mandado por Lúculo tenía serias carencias de víveres que subsanó gracias a la carne de conejos y de ciervos capturados por los propios soldados, según nos cuenta Apiano (Iber. , 54). La Península Ibérica era conocida por su abundancia en conejos, coniculosa; y lo mismo se dice de Baleares, donde hubo que hacer cacerías organizadas porque los conejos amenazaban las cosechas. Se comprende bien la abundancia de animales silvestres en un territorio con baja densidad demográfica y muchos bosques, pues zonas de monte y bosque no se encontraban sólo en las cordilleras y sus proximidades, sino en el propio valle del Guadalquivir, como describe el geógrafo griego Estrabón.

La caza, actividad individual o colectiva y a la vez deporte, practicada desde tiempos prehistóricos, no sufrió merma a partir de la conquista romana. Hay representaciones de animales o de escenas de caza en pinturas cerámicas. Y noticias sobre cacerías organizadas de ciervos se siguen repitiendo en época imperial, incluso en el ámbito de la actual provincia de León, sobre cuyo territorio se practicaban cacerías de ciervos. Al no existir reglamentación sobre la caza, cualquiera podía hacer las presas que necesitara para su subsistencia.

Algunas noticias de los agrónomos romanos sirven igualmente para la economía de la Hispania republicana. Así, según Columela, una familia de campesinos podía costear sin dificultad la cría de uno o dos cerdos al año con los sobrantes de su casa y huerto, con la recogida de hierbas y con un pequeño suplemento de cereales (De re rust., VII, 9). Con costos aún más bajos, podía disponer de unas pocas cabras (VII, 6) de las que obtenía, además de leche y queso, otros productos (cabritos, pieles y pelo). El mantenimiento de un asno no exigía más que dejarlo pastar libremente unas horas al día.

La apicultura, la pesca fluvial, la recogida de frutos silvestres y de leña, la caza de animales y la recogida de materiales de construcción estaban al alcance de cualquier persona laboriosa. Los testimonios de que tales posibilidades se aprovecharon son muy frecuentes. Así, Estrabón dice de los pueblos del norte que se alimentaban gran parte del año de las bellotas recogidas. El uso del tapial en la construcción es mencionado en los textos literarios al referirse a las torres de Aníbal, pero también encuentra confirmación en multitud de yacimientos arqueológicos.

Ahora bien, si todo ese tipo de actividades era una constante en las sociedades antiguas, la pesca marítima sufrió un incremento progresivo hasta la caída del imperio romano por las posibilidades encontradas para la conservación del pescado, la salazón o garum. A la obra ya clásica de Ponsich-Tarradell, se han ido añadiendo otros estudios que aportan nuevos centros productores de salazón y algunos elementos de datación. Las salazones de Hispania son conocidas en el Mediterráneo antes de la llegada de los romanos. Así, a mediados del siglo V a. C., las salazones gaditanas llegaban a Atenas, según recoge un pasaje de Esteban de Bizancio recordando las comedias del ático Eupolis (St. Byz., v. Gadeira).

Varias ciudades del Sur disponían ya de una importante industria de salazón antes de la llegada de los romanos: las de Cádiz, Cartagena y Baria (Villaricos) son buenos testimonios de ello. A comienzos del Imperio, disponían también de industrias de salazón otras muchas ciudades como Mellaria, Malaca, Sexi, Baelo así como gran número de pequeños enclaves costeros situados sobre todo a lo largo de la costa desde Alicante a Lisboa. Estrabón alude a la riqueza piscícola comparándola con la riqueza minera de Hispania y menciona la siguiente variedad de peces capturados: cetáceos, orcas, marsopas, ballenas, murenas, múrices, pulpos, calamares, atunes y bucinas (Str. , 111, 145). La industria de salazón era ya un gran complemento económico durante el período republicano. Ahora bien, el incremento de su producción hay que relacionarlo con la reorganización por César del sistema de ayudas alimentarías a la plebe de Roma y con el progresivo consumo de tales productos por las tropas militares. Del enorme crecimiento que tendrá esta industria durante el período altoimperial, hay testimonios tan evidentes como el despegue económico de la ciudad de Baelo (Bolonia, Cádiz) que vivía casi exclusivamente de las salazones o la constatación de que, hasta en el Cantábrico, se documentan depósitos para la fabricación del garum, como han puesto al descubierto las excavaciones de Gijón llevadas a cabo por Fernández Ochoa.